Coches
Ford, articulo
Hace unos
días justamente un mes, publique en mi blog un comentario sobre la “Fabricando coches Ford”, un
recuerdo de esa aventura industrial que
terminó en nada, pues bien hoy nuestro Diario de Cádiz publica un artículo de
J.A. Hidalgo donde recuerda esa y otras oportunidades perdidas de
industrialización, traigo aquí completamente entero el articulo para que podamos
aprender y disfrutar de él.
“”Lo que
Cataluña se llevó””
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Tres casos
que explican la pujanza económica catalana a costa del declive industrial de
Cádiz
·
·
Línea de los primeros Ford ensamblados
en Cádiz.
J.A.HIDALGO/P. INGELMO 01 Octubre,
2017 - 02:11h
La historia de Cádiz y Cataluña se ha
cruzado en muchas ocasiones y en buena parte de ella ha sido para que el Estado
optara por favorecer al Norte frente al Sur. Las causas de la
desindustrialización de la provincia vienen de lejos. Las que aquí mostramos no
son las únicas, ni posiblemente determinantes, pero permiten que nos hagamos la
pregunta de qué hubiera pasado si...
Durante las primeras décadas del siglo XIX
Grazalema, con aproximadamente unos 10.000 habitantes, lo que era un importante
población para la época, era conocida como Cádiz el Chico. Sus ovejas daban
lana para que la industria textil de la sierra de Cádiz fuera considerada como
la más importante de la época. Esto repercutía en los pueblos de alrededor,
donde vivían otras 20.000 personas, que en buena medida vivían de lo que hoy
llamaríamos industria auxiliar. El sonido de aquella época en la Sierra era el
ras ras de los telares que buena parte de los vecinos tenían en sus casas. Pero
todo se desmoronó y el polo textil español se desplazaría con la llegada del
ferrocarril hacia Cataluña.
Los factores fueron varios y buena parte
de la culpa lo tuvieron los propios industriales de la Sierra, gente no
demasiado emprendedora que reinvertía sus ganancias en la compra de tierras en
vez de en mejorar la maquinaria o en intentar compaginar la lana, que tenían de
sobra, con el algodón, para cuya adquisición y manipulación la industria
catalana obtuvo del Gobierno de Madrid férreas medidas proteccionistas. Las que
no logró Grazalema. El proyecto de tren a la Sierra, que nunca se materializó,
fue un último intento de evitar que la industria textil gaditana se viniera
abajo. Es cierto que el Estado no ayudó mucho, pero el factor principal fue la
falta de perspectiva del empresariado serrano, que no supo ver lo que iba a
significar esa gran transformación que venía de Inglaterra y que hoy llamamos
revolución industrial.
Es en este momento en el que Grazalema
deja de exportar mantas para exportar mano de obra es cuando se produce la gran
brecha que va a llegar hasta nuestros días de un sur pobre frente a un norte
rico. En una reseña histórica sobre los orígenes de la industria textil de
Grazalema, la empresa Artesanía Textil incluyó esta frase: "Cataluña fue
el lobo más feroz que conocieron las ovejas de Grazalema".
Escribía William S. Knudsen, que estaba al
frente de la dirección de la Ford en Francia, a Frank L. Klinger en las
oficinas centrales de la mayor empresa automovilística del mundo en Detroit:
"Cádiz y Barcelona son los únicos puertos con comunicaciones regulares con
buques hacia América y el Mediterráneo. Descarta a Barcelona por las continuas
huelgas de trabajadores". Cádiz, por el contrario, era una ciudad sin
problemas laborales y con abundante mano de obra.
La carta data de 1919 y gracias a Knudsen
la Ford decidió abrir la que iba a ser su primera fábrica en España, en Cádiz.
La Ford tuvo también en cuenta los
beneficios fiscales que suponía la existencia en Cádiz de un Depósito Franco,
precursor de la Zona Franca, que en parte se ubicaban en locales de la Segunda
Aguada, conocidos como la Fábrica de Cervezas.
Allí se habilitaron varias naves para la
llegada de las piezas que venían de Detroit. Éstas se ensamblaban en Cádiz y se
distribuían por todo el país. Se producían 30 automóviles cada jornada de
trabajo.
Tenía razón la carta del director de la
Ford cuando habló de la implicación de los trabajadores gaditanos, hasta el
punto que éstos remitieron una carta al patrono agradeciéndoles el salario que
recibían. Así, los problemas no llegaron de la parte de la plantilla sino de
los problemas que la administración imponía en el trabajo de la empresa americana
en Cádiz. Hacienda se negaba a cumplir los compromisos en todo lo referido al
régimen arancelario creado por el que entonces era ministro de Hacienda, un
consumado catalanista, cofundador de la Liga Regionalista, que estaría en el
origen de Convergencia, Francisco Cambó y Battle. Aunque diputados, presidentes
de entidades económicas y sociales reclamaron una solución del ministro, éste
se negó a ello. Ford anunció en mayo de 1923 su cierre y marcha a Barcelona,
ciudad que venía presionando desde hacía meses para quedarse con esta empresa.
Hacienda le negó a Cádiz se le concedió a la capital catalana.
La aprobación de la Zona Franca de Cádiz
iba a convertirse en el gran motor de desarrollo de la capital y de su Bahía.
Estamos a finales de la década de los años veinte del pasado siglo. Con un
astillero renqueante, el muelle y la tabacalera no eran capaces de absorber
todo el paro que empobrecía la ciudad.
Por eso cuando Alfonso XIII rubricó el
Real Decreto del 11 de junio de 1929 por el que se concedía la Zona Franca para
Cádiz, la capital estalló de júbilo.
El Real Decreto ya adelantaba que la nueva
Zona Franca de Barcelona iba a disfrutar de una subvención anual incluida en
los Presupuestos del Estado de 500.000 pesetas el primer año, un millón de pesetas
el segundo y un millón y medio el tercer ejercicio y los siguientes. Cantidades
esenciales para agilizar la puesta en marcha de estos terrenos empresariales.
Cádiz, por el contrario, se quedó sin este
dinero. La negativa se justificó a que el Estado ya estaba invirtiendo en una
serie de obras portuarias que iban a beneficiar a la Zona Franca gaditana.
Lo que iba a ser el proyecto que lanzaría
de nuevo a la economía de la Bahía se convirtió en un lastre político. La Zona
Franca sólo contará con una subvención del Ayuntamiento de la capital y de la
Diputación, insuficiente para afrontar el desarrollo del nuevo suelo
industrial.
Ante el propio Rey, el alcalde José León
de Carranza llegará a ser contundente: "A Barcelona se le ha dado la
exclusiva de la extracción y venta de la grava y arena de la playa, que importa
unos dos millones de pesetas anuales, interés suficiente para contratar un
empréstito de 30 millones de pesetas" y con ello activar la urbanización
de su suelo.
Sin un duro en sus arcas, la Zona Franca
de Cádiz apenas pudo iniciar las obras de urbanización de su futuro terreno,
mientras que a mil kilómetros de distancia la Zona Franca avanzaba como un
rayo. Cuando en los años 40 comenzó el proceso de urbanización del suelo franco
más allá de Puntales ya era demasiado tarde para lograr el ritmo de llegada de
empresas de calado, como la fábrica estatal de SEAT, logrado por la capital
catalana.
Abrazos para tod@s.
No termino el día sin saber alguna cosa
más.