sábado, 20 de mayo de 2017



  
                                                                           Cádiz al atardecer

JUEGOS

En este mes de mayo, propicio para disfrutar de las azoteas, recuerdo que entre muro, muretes, poyetes y sabanas colgadas al sol jugaban los niños en las azoteas. El tipo de juego dependía de la edad de cada niño o niña. Mientras unos jugaban al “escondite” otros jugaban a la pelota, a saltar o simplemente a contarse cosas.
Las madres mientras tanto esperaban charlando poder recoger la ropa colgada. “Pepi, quieres decirle a los niños que no corran tanto, que Juan trabaja de noche y no puede descansar con tantas carreras”. ¿Y qué hago con los niños?”. “Lo que quieras, pero que dejen de saltar y jugar a la pelota”. Este era el típico diálogo entre una vecina del último piso y otra que estaba en la azotea. La cosa no pasaba a más, salvo que entre las dos hubiese algún tipo de pique.
Al poco rato las madres recogían la ropa y marchaban con los niños a  sus pisos. Estos tenían que hacer la tarea que le habían mandado en el colegio, el tiempo había estado bueno y las madres se habían distraído haciendo sus quehaceres.
Esto de los juegos no siempre ocurría en todas las azoteas, en muchas de ellas no había suficientes niños para los juegos.
Desde el pretil de mi azotea y según el viento reinante se podía escuchar a los niños jugando y gritando en la no muy lejana plaza de Mina. Recuerdo que no hace mucho tiempo daba yo un paseo por dicha plaza y afortunadamente había niños jugando como antaño, lo que me llenó de alegría. Algún terreno le han quitado las terrazas montadas por los bares cercanos, pero también la cantidad de niños ha descendido y los padres tienen donde conversar.
Decidí dar un paseo por la plaza y recordar tiempos antiguos. Por lo que he leído esta plaza fue huerta y enfermería de los Franciscanos hasta que quedó liberada con la desamortización de Mendizábal en 1838.  Recibió el nombre de Mina en honor de Francisco Espoz y Mina, vasco de nacimiento y militar de profesión que fue ascendido hasta Jefe de Brigada en 1812.
Esta plaza está rodeada de hermosas casas  donde habitaron ilustres vecinos. Tiene como edificio principal el Museo de Bellas Artes. También se puede observar  en el nº 3 dos lapidas que nos recuerdan que ahí nació, el 23 de noviembre de 1876, el célebre compositor gaditano Manuel de Falla. La finca nº 6 es una casa palacio de 1820 de estilo barroco neoclásico con un patio de gran belleza, últimamente ha sido reformada toda  la finca al haberle hecho entrega como donación su última propietaria Dª. Carmen Martínez de Pinillo al Ministerio de Cultura para la ampliación del  Museo de Bellas Artes 
En otra de estas fincas nació el geólogo José Macpherson y Heras, hijo de un prospero escoses afincado en Cádiz. En el nº 16 se encuentra el Colegio Oficial de Arquitectos de Cádiz. Al lado vivió y tuvo su sede la empresa naviera de D. José Matía Calvo, “Matias, Menchacatorre y Cía” dedicada a la exportación de sedas, otro vasco de nacimiento afincado en la ciudad a la cual legó su inmensa fortuna para obras de caridad como un asilo para pobres. Actualmente el edificio está ocupada por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.
Y qué decir de nuestro Museo con pinturas, entre otros, de Zurbarán, Alonso Cano, Rubens y Murillo. Allí se conservan los hallazgos de la época romana provenientes entre otros de Baelo Claudia, Medina Sidonia, Santi Petri y la propia Gades.
Cuanta cultura encierra esta plaza entre sus paredes.
Cae la tarde y los chicos se van retirando, es hora de ir a casa, me cuentan que cuando llega la noche la plaza se va poblando de gente joven deseosa de tener una conversación y compartir algunos una copa, estos serán los que más tiempo probablemente duraran en ella. Cerca del amanecer y a la retirada de estos  entra el servicio de limpieza del Ayuntamiento para retirar la mala cultura allí depositada.
Al repuntar las mañana y con los primeros rayos de sol, los pájaros que han sido testigos desde la copa de los arboles de la agitada noche, comienzan a despertar la plaza con sus cantos y revoloteos, es el ciclo natural.

Los olivos no los levanto la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor. Del poema Aceituneros de Miguel Hernández






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Caminante

Caminante Nunca me hubiera yo imaginado escribir 50 blog,perdón, ni uno .Escribir nunca ha sido lo mio , pero saltó esta oportunidad...